¡Que se haga la luz!
En 1945, John Huston rodó su tercer y último documental para el Cuerpo de Señales del Ejército de Estados Unidos, en el que se había alistado voluntariamente en 1942 y en el que sirvió como capitán durante la segunda guerra mundial: Let there be light. No se trata de un documental de guerra al uso, ya que no documenta ninguna batalla o acción bélica, sino que recoge los testimonios de 75 soldados que regresan del frente con trastornos psiquiátricos y reciben tratamiento con fármacos e hipnosis en un hospital de Long Island. El documental peca de optimismo o ingenuidad, ya que exalta la infalibilidad de los métodos curativos del ejército y muestra recuperaciones casi milagrosas, pero no deja de ser un ejemplo atípico y excepcional de propaganda bélica. De hecho, el mismo Departamento de Guerra que lo encargó prohibiría su exhibición durante 35 años, hasta 1981, por miedo a que disuadiera a posibles reclutas.
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