La justicia como venganza
Ariel Sharon agoniza en su plácido lecho de muerte mientras escucha, por recomendación médica, grabaciones de sus cruentas campañas militares en un intento de que recupere una conciencia que nunca tuvo. No se sentará jamás en el banquillo de los acusados para ser juzgado, como tantos otros asesinos con impunidad pactada y sancionada. Saddam Hussein sí ha sido juzgado por uno de sus muchos crímenes, en un juicio-farsa sin las más mínimas garantías procesales y bajo un estado de ocupación, y ha sido condenado a muerte por ahorcamiento. Sobre esta aberrante pena, exportada dentro del lote de valores democráticos impuestos a golpe de invasión, no se ha pronunciado aún Javier Solana, cuya capacidad de indignación y actuación al parecer sólo era estimulada por los crímenes cometidos por su ya difunto dictador de cabecera, Slobodan Milosevic. Un Javier Solana que esta semana estrechaba la mano del ultraderechista y racista Avigdor Lieberman* pero se negaba a reunirse con ningún miembro del gobierno palestino de Hamas, legítimamente elegido, y ya van casi 50 asesinatos israelíes en Gaza sólo en los últimos días. La UE sí ha expresado su opinión, a través de la presidencia finlandesa, y ha declarado que no está a favor de la pena de muerte, aunque no ha insinuado siquiera que vaya a pedir cuentas a la nueva y modélica democracia iraquí por tamaño "logro", en palabras de Bush. Tampoco ha anunciado si piensa llamar a capítulo a ese miembro díscolo de la ficticia unión, Reino Unido, que ha tenido la desfachatez de declarar, por boca de la ministra de Asuntos Exteriores, que la pena capital es "la máxima expresión de la soberanía de Irak".
Ya sólo cabe esperar que las televisiones de todo el mundo emitan en directo la ejecución, para mayor embrutecimiento de los nuevos bárbaros de uno y otro confín, que sin duda hoy celebran orgíasticos la paulatina e imparable sustitución de la justicia por la venganza.
* Avigdor Lieberman, hoy: "Si el soldado [Shalit] no es devuelto inmediatamente, Ismail Haniyeh y Mahmud Zahar pueden unirse a la compañía de los shahids". Mister PESC, mientras tanto, dormía plácidamente la siesta y soñaba con ser el artífice del New Middle East.
0 comentarios